El edificio aparece perceptivamente como un gran filtro que matizando la transición lumínica con el exterior crea diferentes sensaciones según la hora del día y la época del año, además de aportar un eficiente control bioclimático. Este filtro complejiza la transición entre lo público y lo privado, y proporciona distintas posibilidades de ocupación para este espacio intermedio entre el exterior y el interior. La diversidad tipológica es resultado de una flexibilidad en los espacios generada a partir de un único criterio: la concepción de la vivienda como una adición de bandas pasantes en sentido transversal que recorren toda la crujía. Una franja núcleo – “opaca” – equipa la vivienda y libera unas franjas donde los habitantes pueden definir su propia configuración espacial mediante el mobiliario. Esta flexibilidad de ocupación y de redefinición de los espacios es fundamental para responder a un programa público de arrendamiento y dirigido a un amplio espectro de situaciones sociales y familiares ( jóvenes, ancianos, emigrantes, solteros, etc.).